Los antivacunas en el espejo

 

La lucha contra los antivacunas es para mí algo profundamente personal. Personal, porque compromete una de mis convicciones más profundas: la irracionalidad tiene graves efectos sociales y está detrás de muchas de las desgracias humanas. Personal, porque en mi oficio como salubrista, veo en los antivacunas una de las principales amenazas a la Salud Pública global. También es personal porque fui víctima, como muchas personas que tuvieron cierta visibilidad durante la pandemia, de amenazas y acosos por parte de personas antivacunas, una de las cuales llegó a amenazar por internet con violar a mi hermano.

Durante mi etapa como director de Epidemiología, me vi en la obligación de firmar decenas de respuestas a ciudadanos antivacunas. Estas personas solicitaban desde pruebas de la existencia -incluyendo ¨fotos¨-  del virus hasta la detención inmediata de la vacunación, argumentando que estábamos ante un genocidio. Afirmaban que las "vacunas experimentales" estaban causando muertes, y nos acusaban de ser los responsables. Responder a estas comunicaciones era para mí una fuente de estrés y, debo confesar, también de adrenalina. Acompañaba a mi equipo para que respondiéramos de manera respetuosa, pero con fundamentos sólidos, destacando los enormes beneficios de las vacunas, los miles de vidas salvadas, su alta efectividad demostrada, y la evidencia de su seguridad. Un señor, que había enviado innunerables comunicados, se quejó de que las respuestas provinieran de mí y no del presidente de la república, en otra carta me llamó imbécil y exigió una lista de muertes con nombres y domicilios incluidos que, según él, habíamos causado con las vacunas. A pesar del escándalo de estos sujetos, su impacto en Colombia todavía no es tan importante como en otros países, pero no deberíamos de confiarnos.

Las vacunas representan, indiscutiblemente, uno de los avances más significativo en la Salud Pública en la historia humana, habiendo salvado más vidas que la suma de todas las intervenciones médicas. Su impacto, quizás solo comparable al del agua potable y el saneamiento, es monumental. Los datos a nivel internacional demuestran de forma contundente el efecto extraordinario de las vacunas en la reducción de la morbimortalidad y la discapacidad asociada a muchas enfermedades que, hasta hace relativamente poco en términos históricos, eran las principales causas de muerte en todo el mundo. Actualmente, la vacunación sigue siendo una prioridad en la agenda global de todos los países. Sin embargo, lamentablemente, por primera vez en la historia, ya desde un poco antes de la llegada de la pandemia, estamos presenciando una disminución global en las coberturas de vacunación, algo en que los expertos y organismos internacionales han demandado acción inmediata. Este fenómeno se ha agravado debido a la aparición de movimientos antivacunas, que han desencadenado brotes de enfermedades en algunos países, no observados durante décadas.

La superación de los efectos de la pandemia fue en gran parte gracias al desarrollo de las vacunas contra el COVID-19, las cuales hubieran podido salvar cientos de miles de vidas más, de haber sido distribuidas más equitativamente. Al final es la vacunación (el acto de vacunar), más que solamente las vacunas por sí solas, las que salvan vidas, y muchas consideraciones geopolíticas y económicas causaron una mayor escasez para los países de menores ingresos, y una adquisición más tardía, que explica en gran parte las inequidades en la mortalidad entre países al final de la pandemia.  

Para garantizar un flujo continuo de vacunas, Colombia construyó un portafolio diversificado. La evidencia científica internacional de varios países demuestra de forma consistente que todas las vacunas incluidas en el portafolio de nuestro país  son efectivas para reducir el riesgo de hospitalización y muerte por COVID-19, salvando muchísimas vidas y mitigando el impacto de la pandemia. Las publicaciones científicas se encuentran disponibles fácilmente en la literatura médica, y en las recomendaciones de vacunación de diversos organismos internacionales.

Contrario a lo que sugiere el término "experimento" utilizado por los movimientos antivacunas, el desarrollo de las vacunas, si bien fue un hito histórico sin precedentes, también fue producto del rigor científico, ya que a pesar de la necesidad de la humanidad  por contar con vacunas  disponible rápidamente, las vacunas reconocidas por la Organización Mundial de la Salud (dentro de las que se encuentran todas las adquiridas por Colombia), contaron con todas las fases de aprobación previas a la comercialización, con evidencia de que eran eficaces y seguras, hecho que la evidencia más reciente ha más que confirmar, como recientemente ha tenido que aclarar la Organización Panamericana de la Salud en un comunicado.  Estas vacunas aprobadas representan solamente una pequeña proporción de todas las vacunas que comenzaron su desarrollo, pero que no pudieron demostrar eficacia y seguridad durante los estudios previos.

Ciertamente al tratarse de una pandemia con el mayor impacto observado en la historia reciente de la humanidad, la mayoría de los países del mundo adquirieron las vacunas con diferentes figuras legales en el marco excepcional de una emergencia sanitaria. No es cierto que las vacunas hayan entrado al país "sin permiso". En el caso de Colombia, se llevó a cabo un proceso de aprobación de uso de emergencia basado en análisis de evidencia científica por parte del INVIMA, dentro del marco regulatorio vigente en el país, y en el contexto de la emergencia sanitaria. De hecho, ojalá algunos procesos de aprobación como la vacunación de gestantes por la que luchamos decididamente tomó más tiempo que el que hubiéramos querido. Es irónico que mientras entonces algunos exigían mayor velocidad en la adquisición de la vacunación, algunos de esos mismos, hoy en día cuestionen los procesos excepcionales de aprobación que requería una emergencia sanitaria como el COVID-19.

El éxito rotundo de las vacunas constituye la refutación más contundente a las fantasías infundadas de los movimientos antivacunas. Las pruebas que presentan son, en realidad, una amalgama de desinformación basada en estudios desacreditados, malinterpretaciones de datos de farmacovigilancia, información sesgada y una colección de testimonios engañosos o anecdóticos sin base causal comprobada. Estos argumentos mezclan casos excepcionales y simulaciones descaradas. El Dr. Peter Hotez ha desplegado esfuerzos significativos para exponer la falta de rigor intelectual, las estrategias manipuladoras, los sesgos cognitivos y las falacias perpetuadas por los antivacunas en Estados Unidos, cuya influencia lamentablemente se ha expandido a varios países. Discutir con ellos es un reto; presentar evidencia a quienes descartan el rigor científico es como intentar razonar con los que creen en la teoría de la Tierra plana. Sin embargo, el silencio frente a sus afirmaciones solo contribuiría a su creciente influencia. Este texto no busca confrontar directamente a los antivacunas, sino resguardar a otros de sus engaños y promover la toma decisiones informada en evidencia científica.

En resumen, más de dos años después de su implementación y con millones de dosis aplicadas a nivel mundial, se ha reconfirmado la seguridad y efectividad de las vacunas contra el COVID-19 aprobadas por la Organización Mundial de la Salud, y esta victoria de la humanidad, aunque incompleta por la inequidad en el acceso a las vacunas, es una derrota contundente de los antivacunas. No solamente por diversos estudios de cohortes, sino también por los sistemas robustos de farmacovigilancia de muchos países, esto muestra que la decisión de adquirir las vacunas fue la correcta. Los efectos adversos son en su gran mayoría leves, los graves son rarísimos, y sin duda insignificantes frente a los beneficios, aunque por su puesto esta vigilancia, como la de cualquier tecnología médica, debe continuar, y todos los días aprendemos más de estas vacunas. Somos todos supervivientes de una pandemia, y eso se lo debemos muchos al desarrollo de las vacunas.

La efectividad de las vacunas aprobadas en Colombia varía por plataforma, edad y variante.  Ciertamente, en la actualidad se reconoce la necesidad de aplicar vacunas actualizadas para grupos de riesgo usando nuevas vacunas dada la evolución del virus y los reconocidos cambios en el tiempo en la protección inmune. Las nuevas tecnologías como ARNm no solo son prometedoras para combatir esta y otras enfermedades infecciosas, sino también podrían serlo para algunos tipos de cáncer. Estas tecnologías ya estaban en estudio antes de la pandemia, y se han consolidado como una opción extraordinaria para el futuro. La evaluación de su eficacia y efectividad es una necesidad, y es una afirmación falsa e irresponsable decir que esto implicó jugar con la salud de las personas.

La capacidad de tomar decisiones rápidas en situaciones de incertidumbre es crucial en una emergencia sanitaria. El sugerir que la adquisición oportuna de vacunas fue un "experimento" desestima los procesos involucrados en la toma de decisiones, y el imperativo ético de proteger la vida humana frente a un virus nuevo con todas las herramientas. Esto no fue un esfuerzo de un gobierno solamente, sino de miles de personas en el mundo, científicos, activistas, pacientes, y humanistas que en muchos casos dieron hasta su vida luchando contra el virus.

El uso de un lenguaje similar al de los movimientos antivacunas por parte de autoridades sanitarias es preocupante, ya que podría afectar negativamente la salud pública, considerando que a nivel internacional estamos observando un ascenso del movimiento antivacunas que son una amenaza para la Salud Pública, y que son una amenaza para la confianza que nos ha tomado décadas construir. Esta semana hemos visto, como en mucho tiempo no observábamos, el activarse a cientos de antivacunas por declaraciones imprecisas, entre ellos al que me amenaza y acosa desde hace años, e incluso la rectificación, aunque necesaria, puede ser insuficiente a estas alturas. No es a un gobierno anterior al que están atacando, es a una de las más potentes herramientas para reducir la morbimortalidad global, y en esto las declaraciones deben ser rigurosas, precisas y responsables.

Los antivacunas nos quieren regresar al pasado, y lo hacen con mentiras. Debo confesar que a veces les tengo miedo, pero debo sobreponer mi miedo y alzar la voz, por eso escribo esto, por eso peleo en X, en lugar de pasar más tiempo con mi familia, como me reclama mi mamá siempre, pero ella debe saber que también esta lucha fue por ella. En esa tarea de la vida misma sería bueno sentir que las autoridades sanitarias, independientemente de las diferencias políticas, están del lado de la ciencia y de los científicos, lo que no implica solamente lo que se dice, sino también lo que se manifiesta en las políticas, y en los mensajes que transmiten a la población.

Tengo miedo, tengo miedo de muchas cosas, y dentro de ello tengo miedo de los antivacunas, pero me sobrepongo para escribir, aunque prefiera bloquear los comentarios, porque tengo más miedo por lo que podría pasar a la salud de la humanidad y de las personas de mi país; eso es más importante que todo.

 

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