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Mostrando entradas de julio, 2022

Pérdidas que no se lloran

  En su ensayo ‘Sobre la tristeza’, Montaigne narra la historia de un rey que, habiéndolo perdido todo, fue encerrado en una celda. El soberano supo desde su encierro cómo le quitaron sus riquezas, propiedades, su familia, y hasta su honor; y sin embargo, se mantuvo imbatible ante la derrota.   Desde la ventana de su celda pudo ver cómo llevaban a su esposa e hijos, de a uno, por turnos, a ser ejecutados. Sabía, al verlos pasar, que era la última vez que los vería. Ante cada hecho, ante el paso de cada ser amado divisado desde su ventana, el rey seguía igual de inquebrantable. Nada lo hacía doblegarse.   Finalmente, luego de varios días encerrado, vio pasar -a través de la misma ventana- a su esclavo llevado a ejecución y, entonces, cayo irremediablemente de dolor. Llora de forma incontenible y se desbordó en su desesperación.   Montaigne se pregunta, o nos hace preguntarnos, sobre el porqué el rey no sintió o no expresó ese mismo dolor con la pérdida

La soledad del profesor Wasserman

  Para la victoria dialéctica puede ser más fácil pintar al otro como un ignorante, o como un ser malévolo. Pero la verdad es que, para la construcción de consensos sociales, o también para la necesaria cartografía de los disensos, entender profundamente “al otro” es absolutamente necesario. Para entender al otro, es necesario traspasar la visión propia, y no sencillamente asumir la maleficencia o la estupidez ajena. En ese camino uno puede terminar descubriendo que el otro no es tan “otro”, y que muchas veces existen propósitos y móviles comunes no reconocidos. Esto que se ha llamado “la curiosidad moral” por el otro, como una posibilidad complementaria a la deliberación, hace más posible la empatía, y probablemente sea una oportunidad para una mejor práctica de la política. Alguna vez leí que todos los desacuerdos humanos eran primeramente mal entendidos del lenguaje. La frase es una exageración, y probablemente falsa, porque los desacuerdos “reales” sí existen, aunque sí creo qu