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Mostrando entradas de octubre, 2023

La importancia de llamarse Andrés

Cuando llegué a la playa, Andrés García estaba besando a una mujer, abrazado formidablemente a su cintura, recostado de pie en uno de los palos del quiosco frente a la Playa del Ritmo. Seguí de largo mientras él terminaba su beso y dejé que el agua me tocara los pies. De reojo veía cómo la besaba. Miré de lejos la inmensidad, exhausto de mi viaje; todavía tenía la maleta puesta. Volví a mirar de reojo y Andrés me vio: "Viejo, viejo, venga", me dijo, llamando con la mano. Me acerqué y me unió a un abrazo con esa mujer desconocida, nos besó a los dos en la frente y en las mejillas, y nos dijo: "¡Qué bacano que haya llegado, pídase una, marica, estoy muy feliz!". Me adentré al quiosco y pedí una cerveza. Le dije al hombre que atendía descalzo que me diera un ceviche y una cerveza, y que me dejara guardar la maleta detrás de su mesa, pues yo no iba a quedarme en Playa del Ritmo. Esa noche era la primera boda de Juan Sebastián y yo había volado desde México. La boda era

Pensar en lo que hacemos.

  Pensar en lo que hacemos. Sufro mucho al reconocer la pobre significancia de todo lo que hacemos. El marketing personal nos obliga a mostrar que estamos convencidos de la relevancia de nuestros esfuerzos. Tampoco es éticamente fácil reconocer nuestro verdadero impacto, a veces casi nulo, que no justifica quizás el lugar privilegiado que la sociedad nos ha otorgado. Todo esto, tan agotador como es, es el efecto de pensar mucho. No necesariamente de pensar bien, que es algo mucho más difícil, pero sí de pensar muchísimo. Una rumiación constante sobre la misma cosa, sufriendo dolores de consciencia al mismo tiempo. El idealismo, del que aún nos quedan algunos vestigios, puede darnos la ilusión de que es significativo lo que hacemos. Pero en la edad en la que ya hemos vivido casi todas las desilusiones, y perdido la ingenuidad luego de haber visto las tripas al tigre (y ver que son parecidas a las de una gallina), hay algunos de nosotros que ya no podemos convencernos. No podemos cre