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Mostrando entradas de agosto, 2023

La ciencia, la desazón suprema y el amor

Los cuarenta están muy cerca y siento que jamás podré librarme de esta desazón suprema. Aquellas ideas que antes inspiraban mis anhelos más profundos, junto con la convicción de que la Academia aportaría a mi vida no sólo realización personal sino también la sensación de ser parte de una actividad humana suprema, parecen haberse desvanecido. Mis ilusiones actuales son meras sombras, casi todos mis ídolos vivos han caído; ya no existe nadie a la que anhele seguir, ni un rincón donde me parezca factible ser lo que soñaba ser.  No es la depresión de antaño, es una profunda calma, la certeza serena, la desazón suprema de la verdad, esa tragedia que sólo es posible cuando se alcanza lo soñado. Me doy cuenta de que ya no siento esa íntima conexión con mi labor en esa cadena invisible de esfuerzos generacionales en la que creía. Eso siempre fue un espejismo para mi, algo inexistente pero que, a la vez, me impulsó a dejar todo atrás, a dedicar mi vida entera al sendero que se suponía me conduc