Sexo y amor durante la pandemia

 Mi amigo Andrés, a quien la cuarentena lo tomó atrapado en Europa, me escribió el martes a las 2 de la mañana. Está preocupado por no ha podido hacer el amor desde hace 4 meses, un récord de su vida adulta. A pesar de la flexibilización parcial de la cuarentena, sus dos parejas ocasionales prefieren no encontrarse más con él. La primera, porqué siente que la distancia ha enfriado el vínculo emocional, la segunda, porqué tiene miedo de contagiar a su abuelo de 90 años, que ha cuidado desde el comienzo de la pandemia. Andrés me dice que: “es difícil buscar una pareja sexual en medio de una pandemia” y claro que el palo no está para cucharas, es comprensivo que la gente quiera sentirse segura, más en Europa donde el respeto a las normas es más estricto. Por eso, ha seguido las recomendaciones de las autoridades sanitarias, y ha regresado al siempre seguro autoerotismo. La visión de incognito de su explorador ahora eso su mejor aliado. Como muchas personas en la pandemia ha tenido que incrementar el lavado de las manos.


Mi amiga Linda, en Bogotá, me comenta que estaba desesperada. Añora el contacto físico estrecho. Su amante ocasional pero duradero: Antonio, quien la visita desde hace dos años para ver películas de Netflix en las noches de los sábados es un profesor con hipertensión que teletrabaja de su casa, y no aceptó su propuesta indecorosa de “volarse” cuando fuera al supermercado, porqué tiene mucho miedo de enfermarse. Linda, que por alguna razón nunca había comprado un vibrador, compró el mejor por internet en una tienda, pero tal parece que la demanda local se ha incrementado porque le tomó casi 3 semanas en llegar, o tal vez fue porque pidió el modelo más sofisticado con más de 15 funciones integradas. Me dice que esto ha sido un gran descubrimiento, el vibrador hace cosas que ningún hombre puede: no sólo resistir por horas, sino moverse a vibraciones biológicamente imposibles. El éxtasis es sorprendente y se lo ha recomendado a sus amigas más cercanas. Queriendo incorporar a Antonio, por amor, pero también por compasión, ahora organiza videollamadas donde los tres: Antonio, Linda el vibrador participan. Están felices, y añoran hacerlo en vivo pronto. Tal vez por eso, Linda me pregunta, con tanta insistencia: ¿y tú qué eres epidemiólogo cuándo crees que va a ser el pico?

Eduardo tuvo una experiencia curiosa con su pareja, pues le pidió hacer el amor usando tapabocas y sin besos. No viven juntos, pero aprovecharon que sus cédulas coinciden en el número final, fueron al banco, compraron vino en Carulla, y de allí fueron a la casa de uno de ellos en Laureles. Su pareja tiene un problema de fobia con los gérmenes, antes de la pandemia ya era muy estricta, así que el ritual incorporó un baño previo al acostumbrado baño posterior, pero esta vez el baño fue por aparte y de a turnos, lo que dilató el comienzo de la jornada. Eduardo lo lamenta, pues bañarse juntos era la parte de más romántica de sus encuentros. Le pidió además que usará un jabón especial de caléndula contra el virus que Eduardo sabía que era una farsa, pero igual lo usó para no armar una discusión científica en el baño: “La última vez que hablamos de ciencia en el baño, ella se molestó, y no tiramos, por eso yo evito cualquier discusión sobre cosmovisiones en el juego previo”. Después de que cada quién se bañó por aparte, se colocaron cada uno un tapabocas nuevo. Se lo amarraron bien en la parte de atrás. Llevaban dos meses sin encontrarse. ¿El resultado? ¡Casi se ahogan! Los tapabocas quirúrgicos se pegan a la cara en tierra caliente, y más con cierta intensidad de movimientos, las exhalaciones profundas rápidamente hacen que el tapabocas fuera sofocante. Al final, ella se quitó el de ella, se lo quitó a él, le dio un beso, y le dijo: “yo igual contigo comparto todo”.

Francisco, que estudió conmigo en el colegio, ha sufrido mucho. Tener rinitis alérgica y estornudar por el polvo o por el frio, es una mala idea en Manizales en estos momentos. Se siente estigmatizado: “La gente me voltea a mirar como si fuera una amenaza sanitaria porque piensan que tengo gripa, una señora me gritó que me fuera al médico”. Lo peor es que los tapabocas de tela le dan aún más ganas de estornudar, y ha tenido que salirse avergonzado de los supermercados. Desde antes de la cuarentena no tiene pareja. Ha usado Tinder previamente, que en Manizales es muy curioso porque en apenas una hora se acaban todas las opciones, y la mayoría advierte que no están en la aplicación sino para hacer amigos, sumado al hecho de que casi siempre se encuentra alguien conocido, o hasta la prima o el primo que uno menos se imaginaba. Esta vez no ha querido hacerlo, tiene miedo de que cuando lo vean con la nariz eternamente congestionada lo rechacen. Es un mal momento para las personas con rinitis, nunca pensamos las consecuencias socio-sexuales de este padecimiento.

Valeria le dijo a su novio que no le importaba pagar la multa que el alcalde Pumarejo ha impuesto en Barranquilla a quien incumpla la cuarentena. “Hacer el amor contigo, vale más que eso”. Ricardo le dijo: “si te pillan compartimos gastos”, “será el polvo más caro de la historia, más que una noche en el Intercontinental de Cartagena” “tenemos que hacer que el polvo nos dure varias semanas”.

Estas son sólo unas de muchas historias de sexo y amor en la pandemia. Entre el profundo sufrimiento de muchas personas, los grandes riesgos e incertidumbre que enfrentamos todos, las violencias en el hogar y el hambre, es un alivio saber que hay personas haciendo el amor todos los días. Son ellos también la humanidad, el deseo y el amor, que se resiste ante la adversidad, que se defiende a sí misma siendo eso: vida, que se manifiesta con toda su fuerza en los momentos más difíciles.

No le pregunté detalles impúdicos a Valeria, pero seguro celebró el amor como un milagro, y así debemos hacer todos. El sexo y el amor debe hacerse, y celebrarse en estos momentos como si fuera la última vez que pudiéramos hacerlo. Nunca se sabe. Como escribió el poeta Raúl Gómez Jattin: Gracias, señor. Señor amor.

(*Los participantes de estas historias autorizaron que las contara, pero sus nombres y lugares han sido cambiados. Una de las historias de amor es inventada, pero igual todas las historias de amor son inventadas)

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